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    Las normas morales como expresión de los valores

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    Publicado en -El independiente- 5 de junio del 2011-06-06

    Por Lie. Prof. Margott Flores de Romero (*)


    Sin asumir posturas pesimistas o cínicas prepositivas, es necesario recono­cer una realidad: en gran medida el com­portamiento de la sociedad indica que se están dejando de asumir los valores mora­les, y en cambio se asumen otros que pode­mos llamar antivalores, lo cual degrada las relaciones humanas.

    Las causas pueden ser diversas y combi­nadas, como: el individualismo marcado, en donde no importa lo que personal­mente se necesita, y no el bien común, el egoísmo excesivo, la influencia de algunos medios de información, conflictos familia­res, padres irresponsables en la crianza de sus hijos, presiones económicas, pobreza, etc.; pero sobre todo se manifiesta la nece­sidad urgente de resignificar los valores, como forma de pensamiento y acción en todos los momentos de nuestra vida.

    No se puede ser ético, en algunos casos, o cuando nos ven, y no serlo, en otras oca­siones. Aunque todavía existen personas que revelan una gran calidad humana, es decir, que asumen las normas universales de toda sociedad, tales como la responsabi­lidad, la humildad, la honradez, la solidari­dad, el respeto, entre otras; la mayor parte de la población reproduce lo opuesto: la negligencia, el engaño, la agresividad, la envidia, etc.

    Es necesario que los actores de la socie­dad, como los gobernantes, la familia, la escuela, eduquen con el ejemplo, no se puede seguir con la famosa frase: «Haz lo que yo digo, mas no lo que yo hago. »

    Esa enseñanza ocasional que realizamos los docentes en el aula, sobre valores, debe ser una constante en todas y cada una de nuestras clases, porque los valores no se enseñan se asumen, los que deben de for­mar parte como algo inherente a la persona.

    La familia ha quedado vulnerable a los defectos de la sociedad llámese rebeldía, la falta de respeto a los padres y sus semejan­tes, la adicción a las drogas provocando un síndrome de fantasías y escapes al ser huma­no provocando trastornos, alteraciones en la conducta del hombre. La familia es o de­bería ser el lugar de amor, en donde todos sus miembros encuentren pertenencia y la­zos de cariño y compromiso mutuo.

    La familia muestra a sus miembros lo que espera de ellos teniendo en cuenta lo que se ve como deseable y valioso en la socie­dad. Bronfenbrenner (1987) propone un modelo que incluye cuatro sistemas para en­tender la realidad en la que están incluidas las familias:

    En el nivel del macro sistema, se ubican las creencias de una cultura, las normas y le­yes que regulan una sociedad, los mitos y los valores que se aprecian en una determinada casta social.

    En él también residen los mensajes que se transmiten en los medios de comunica­ción social, los clichés, los estereotipos y lo que es valorado como deseable respecto a lo que puede considerarse una «buena fami­lia».

    En el nivel Exosistema se ubican todas las influencias de agentes externos que tiene la persona, que aunque no estén en directo contacto con ella, tienen impacto sobre la misma. En el tema que nos ocupa, los valo­res manejados por la familia extensa y por los amigos tienen influencia en los padres, ya sea para tomarlos como ejemplo y repro­ducirlos en su propia familia o para vivirlos como reto y conflicto.

    El autor reserva el concepto Mesosistema a la relación existente entre dos o más sistemas que tienen estrecha influencia en la persona. El ejemplo más claro de relación a nivel del Mesosistema lo constituye la rela­ción entre familia y escuela.

    En general justa­mente, a la hora de elegir el colegio para los hijos uno de los aspectos a tener en cuenta es si existe entre ambos, familia y escuela valo­res compatibles.

    Por último, en el Microsistema es donde residen las relaciones más próximas e ínti­mas que una persona tiene con el entorno, en palabras del mismo Bronfenbrenner el microsistema «constituye un patrón de acti­vidades, roles y relaciones interpersonales que la persona en desarrollo experimenta en un entorno determinado, con característi­cas físicas y materiales particulares». La fa­milia es un ejemplo claro de microsistema.

    Teniendo en cuenta ia socialización, la inclusión, el contexto, la influencia de los medios de comunicación masiva, Internet, etc, son los padres los encargados de educar en el lenguaje audiovisual y en espíritu críti­co a sus hijos, de la educación en valores que reciba el niño o el joven, será la calidad de persona que sea en el futuro.

    (*) licenciada y Profesora en Geodas de la Educación.

     

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